 El Ninja es un auto de carrera único, de cualidades extraordinarias, concebido y construido en
Perú, por técnicos nacionales; su excelencia es indiscutible, casi 20 años de éxitos así lo demuestran. Su triunfo en la general de las últimas Seis Horas Peruanas, corridas en el autódromo de Tacna, confirma la validez del concepto y su vigencia. La historia de este auto y de sus creadores es muy interesante, es además, una lección de vida y de amor por los autos y las carreras ... empieza hace más de 20 años.
Transcurría 1985, Pedro de las Casas era el presidente de la Federación Peruana de Automovilismo Deportivo. Entre otros temas, había uno sobre la mesa, que provocó fuertes polémicas y que nunca pudo resolverse completamente, me refiero al tema de los pesos mínimos de los autos de carrera. Por definición un auto de carreras debe ser lo más liviano posible, pero los reglamentos imponen un límite al peso mínimo, que tiene que hacer con la seguridad y el costo del vehículo; el asunto de encontrar la mejor forma de establecer ese límite, es más complejo de lo que parece.
Por aquel entonces Emilio Takano, no se imaginaba siquiera que sería un notable constructor, como aficionado a los fierros de toda la vida, se oponía  tenazmente a la formula plana mediante la cual el peso mínimo del auto dependía únicamente de la cilindrada del motor. Según Emilio un 1600 cc. podía ser mucho más rápido que un 2,000 cc, él piensa que la cilindrada es solo uno de los factores que determina el potencial de la planta motriz y la competitividad del auto, es necesario tener en cuenta otros elementos, por ello propuso una tabla de equivalencias un tanto más compleja; pero como a veces suele pasar con las buenas ideas, no fue escuchado.
En contra de lo que hoy pudiera parecer, Emilio Takano, no era mecánico, preparador, ni nada parecido, él no estaba vinculado a la construcción ni a la puesta a punto de autos de carrera; en aquellos tiempos, él era un alto funcionario de una distribuidora de perfiles de aluminio, negocio emergente de la época.
Tampoco era un simple aficionado, en 1,955 se graduó como técnico automotriz en el Politécnico José Pardo, pero nunca trabajo en la especialidad, las posibilidades del sector no le parecieron interesantes y su vida tomó otro rumbo. Hoy, con más de 30 años de membresía, es socio vitalicio del Automóvil Club Peruano.
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