La presentación del Modelo 2008 del Impreza 2008, ha provocado fuertes reacciones, en los principales mercados mundiales. Ocurre lo mismo en Europa, USA o en Latinoamérica; un enfurecido español pedía que “.. fusilen al diseñador del auto” , otro en Perú decía “después les parecerá lindo... esperen que empiece a ganar carrera”, ¿qué es lo que ha pasado?.
El Impreza es sin lugar a dudas un paradigma de la industria, líder indiscutido de los AWD, de la potencia turbo, el rally y el precio contenido; tal como en otra esfera, es el Porsche 911. Ambos autos están inevitablemente ligados a la tradición y a la imagen del modelo original.
Me refiero al 911 porque recuerdo lo que ocurrió cuando Porsche lanzó al mercado su maravilloso 928 , un auto que reunía todo, belleza, tecnología, rendimiento, y que incluso fue elegido, por la prensa especializada, como el auto del año en 1977.
Todo parecía perfecto, pero ¡horror! su poderoso V8 de 320 HP, estaba ubicado ¡bajo el capot delantero! y para más insolencia, era enfriado por ¡agua!. En realidad el auto era más eficaz y fácil de llevar de llevar, que el 911, pero nunca fue aceptado como un verdadero Porsche, por los incondicionales de la marca.
Luego de esta experiencia la empresa alemana se tomó varios años para lograr que la pesada carga del paradigma del 911, trabajara para ella. Poco a poco lograron la aceptación de sus motores enfriados por agua, del AWD, luego del Boxter y finalmente del Cayman. Pero aún hoy es posible notar que ninguno de los modelos de Porsche se distancia demasiado de las tradicionales líneas del 911.
La historia del Subaru Impreza, es distinta y muy sorprendente, en sus primeros años nada hacía presagiar que llegaría a ser un símbolo del músculo y la potencia.
Apareció en 1992 como sucesor del Subaru Leone, un auto, que llegó y pasó sin pena ni gloria, el Impreza parecía estar destinado a lo mismo, su motor boxer de 1500cc de modesta potencia, sus cuatro puertas, su configuración de sedan de tres volúmenes, su máscara delantera a la usanza de los carros americanos de Ford, sus aros muy delgados, entre otros detalles, lo definían como un utilitario familiar, de bajo costo, sin mayores pretensiones.
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